La psicomotricidad no está exenta de la estimulación temprana en el bebé.

Somos seres biopsicosociales, adaptables, manejables y con una amplia capacidad adaptativa a cualquier circunstancia. Pero todo depende del medio donde nos vamos desenvolviendo como individuos, de la estimulación, y de la habilidad de procesarlos.

También depende del cuido de la vida intrauterina, el vínculo que se haya forjado con nuestros cuidadores; del temperamento que heredamos de nuestros padres… Y sobre todo de la motivación que cada uno tenga para hacer determinada acción o hito del desarrollo que se encuentre.

Cada uno tiene su propio ritmo, y requiere de sus propios tiempos.

Si! “El neurodesarrollo no es una carrera”.

Hacer un hito psicomotor antes o después de cierto tiempo, no es relevante en muchos casos, pues siempre está la subjetividad presente. Pero no podemos olvidar que hay ciertas edades promedio para determinadas acciones; así como en consulta pediátrica existen las tablas que hablan sobre los percentiles de peso y talla; así mismo ocurre en el desarrollo neurológico; y nunca está de más hacer una pesquisa por si aparece algo atípico.

Es aquí cuando es tan importante la figura de un profesional de esta área, pues desde un exhaustivo interrogatorio a los padres o cuidadores; y una evaluación integral del lactante; sirve de referencia para un correcto seguimiento y marcar un historial de su neurodesarrollo. Aclarando cuales son los pasos a seguir, que plan de intervención o de estimulación temprana es el más acorde dependiendo del caso, y supervisar su evolución psicomotora.

Considero que para que haya un desarrollo óptimo en un individuo, por más que existan referencias bibliográficas de las edades donde los niños y niñas alcancen algún objetivo en particular; si no existe una motivación y la estimulación acordes no se podrán alcanzar estos objetivos o hitos del desarrollo.

Por ejemplo… Si se desea que un niño o niña realice el gateo, tenemos que relacionar al bebé con el suelo, dejándolo por momentos allí, ya sea con una colchoneta, con un par de juguetes para no abrumarlos, buscando que a través del juego con mamá, papá o el cuidador a cargo establecer el vínculo afectivo, ayudando que así el bebé se motive de jugar en el suelo, y de obtener experiencias sensoriales.

Evitar posicionarlo de pie, el uso de las andaderas nos pueden perjudicar en esta etapa, pues hacen que el bebé se quiera desplazar únicamente en posición bípeda, alejándolo de todos los beneficios que pueda generarle el gateo en su desarrollo. Y ya una vez que el bebé se sienta seguro estando sentado, que tolere la posición boca abajo, puede ponerse de manera gradual en el suelo, dándole el tiempo de adaptarse con el acompañamiento de alguno de sus cuidadores, y dando pie a que se traslade para alcanzarlo o para coger algún juguete que sea de su agrado.

También ocurre que los cuidadores estando previamente informados empiezan a incentivar el gateo, y estos se frustran por no tener los resultados deseados, y esto puede ser porque posiblemente no es el momento adecuado, ya que el bebé quizás no tiene la madurez o la edad requerida para ejecutar esta acción.

Quiere decir que así el niño o niña este alrededor de los 8 meses (que es la edad promedio de ejecutar el gateo, y puede que sea un poco antes o después dependiendo del caso), si no tiene motivación, si no hay un vínculo forjado, alguna alteración oculta, o los estímulos ambientales acordes al momento; puede que no realice el gateo, o cualquier hito del neurodesarrollo. Igual si logra hacer esta acción antes o después , seria interesante indagar, porque podría ser un signo de algún dote que pueda tener o una deficiencia, y siendo cualquiera de los casos es de suma importancia saber el porque y trabajarlo en beneficio de la familia.

En múltiples ocasiones he escuchado decir: -!ay, mi hijo/a no gateó!…-. Y siempre me gusta indagar el porque ocurrió esto, y es cuando concluyo de manera particular que el desarrollo neurológico se da de manera natural, pero siempre puede ser modificable dependiendo de los factores que nombre anteriormente.

Quiere decir que si un bebé no logra ejecutar un hito psicomotriz ¿algo malo ocurre? ¿Hay que integrarlo/a a un programa de estimulación?

No precisamente. Pero, ante un mundo con tanta contaminación, malos hábitos alimenticios, estrés cotidiano, sedentarismo; y algo fundamental… El mal manejo de los estímulos y las emociones durante el periodo pre y postnatal.

Estímulos emocionales en el bebé
La estimulación temprana en el bebé pueden ser de distinta naturaleza.

Sin dejar de nombrar aquellas madres que sufren complicaciones en el embarazo por antecedentes médicos, un parto o cesárea con algún riesgo latente; un postparto traumático por eventos que puedan ocurrir en la madre o el bebé, como por ejemplo: la prematuridad, diábetes gestacional, preclamsia, rechazo del embarazo, problemas de fertilidad, exceso o falta de estímulos, y tantas otras cosas de la cotidianidad; considero que aunque sea una vez en la vida es bueno buscar alguna referencia y recomendaciones de un experto en estos temas.

Si no se hace un seguimiento y un acompañamiento oportuno, esto puede hacer que los bebés sean altamente vulnerables a cierto saboteo en su desarrollo; donde las consecuencias puede que no las veamos en la primera infancia (0-3 años); sino ya en la edad escolar o juvenil. Siendo en algunos casos difíciles de revertir por la capacidad de absorción de información del cerebro; porque dependiendo de la edad de una persona, existe un límite de incorporación de dotes y habilidades, ya sea para reforzar o mejorar los déficit con la ayuda de las capacidades presentes del niño o niña.

Entonces, todo a su tiempo. Pero no está de más la prevención, y una buena pesquisa y asesoría por parte de los profesionales del neurodesarrollo, para vigilar y poder trabajar aquellos talentos y déficit que se puedan presentar en cada bebé.

Aprovechemos pues, ese periodo prenatal, y los primeros tres años de vida de nuestros bebés para prevenir, adaptar y estimularlos de manera oportuna, mejorando su calidad de vida.